OPINIÓN - El contrapoder molesta a los corruptos y mafiosos
- Por Rafael Montiel - SAN JUAN BAUTISTA
- 16 oct 2016
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El rol de la prensa es el contrapoder. Significa mantener una posición crítica al poder político, al Gobierno de turno que detenta el poder que tiene la enorme responsabilidad de procurar y promocionar el desarrollo de un país.
En cualquier parte del mundo, la prensa es uno de los pilares de la democracia, de modo que quienes azuzan y buscan manejar, incluso acallar a los periodistas, es una mala señal para las libertades públicas y para la ciudadanía en general.
Nuestro compañero asesinado hace dos años, Pablo Medina, desde su trabajo ejerció con altura su rol de contrapoder y no solo contra los que estaban en la cumbre de la política, sino de la narcopolítica, los pillos y contrabandistas y los líderes de toda clase de negocios al margen de la ley.
Desde el inicio de su labor periodística como corresponsal del diario ABC Color en Curuguaty, Pablo Medina supo interpretar qué papel debía desempeñar como comunicador social, pese al peligro.
Sicarios, soplones, capangas y politiqueros inescrupulosos controlaban sus pasos, según él mismo comentaba. No era fácil la tarea en un ambiente de inseguridad, sin garantía y más aún cuando el poder político actúa como el hampa en la clandestinidad y en la oscuridad.
Cuando se ventilan las irregularidades, acciones que les comprometen a las autoridades ante la opinión pública, empiezan los hostigamientos y las amenazas. Significa que no tienen la más mínima idea de la libertad de prensa y de expresión o simplemente tienen formación autoritaria y no aceptan las críticas y menos aún las denuncias.
Tras dos años del asesinato del colega Pablo Medina, al reasumir el compromiso de comunicador, lamentamos la endeble transición hacia la democracia.
Al respecto, la declaración de Chapultepec, México, en relación con la libertad de prensa señala: “El asesinato, el terrorismo, el secuestro, las presiones, la intimidación, presión injusta de periodistas, la violencia y la impunidad de los agresores coartan severamente la libertad de expresión y de prensa. Estos deben ser investigados con prontitud y sancionados con severidad”.
Ahora nos preguntamos: ¿existe prontitud? ¿Hubo castigos a los autores morales y materiales? Hasta el presente se cierne un manto de impunidad sobre el caso de Pablo Medina.
Fuente: www.abc.com.py