Diputado de la arbolada
- Por Marta Escurra
- 11 dic 2016
- 2 Min. de lectura

Cada fin de semana, los controles de la Policía Caminera nos reportan que en promedio más de 220 amigos del corcho y la latita son pescados in fraganti en las barreras de alcotest. Pese a las campañas como Sobrio Al Volante de la Asociación SER (Seguridad en las Rutas) o las sanciones que establece la ley para quienes osan conducir alcoholizados, no existe forma de reducir estas estadísticas.
Indigna ver cómo en muchos casos los infractores se toman como un chiste el caer en barreras y minimizan el hecho de estar borrachos, suicidas y asesinos en potencia.
Una de las últimas vergüenzas etílicas tiene nombre de diputado: Eusebio Alvarenga (PLRA).
El libador azul dio 0,525 en la prueba del alcotest y tuvo el desparpajo de burlarse de la situación y de las personas afectadas en el accidente que ocasionó en la madrugada del jueves 8 de diciembre, en las inmediaciones de la Avda. Félix Bogado.
En el zapping radial se lo escuchó decir, respecto al accidente, que un árbol le había salido al paso, que tomó unos vinitos “livianitos incoloros” y que respetó la ley porque es abogado; que las causas del choque fueron la pista mojada y la escasa visibilidad.
La ciencia nos dice que 0,525 de alcohol en la sangre produce un nivel de dificultad de moderado a severo para conducir un vehículo. En ese estado se reduce la visión, hay dificultad en el enfoque, se desatienden las señales de tránsito u otros que no se perciben adecuadamente.
El estado de intoxicación alcohólica, nos dice el fiscal Emilio Fúster, es considerado como falta gravísima. Y, aunque el Código Penal, en su artículo 217 no establece graduación mínima alguna, la ley es de “tolerancia cero”.
Esperemos que el fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, cumpla su palabra y que los agentes del Ministerio Público sean implacables en la investigación de este accidente de tránsito y que la ley sea igual para todos, tal como lo afirmó en sus declaraciones públicas.
Pero convengamos que esas palabras, como tantas otras de promesa de justicia o investigación clara y transparente hasta “las últimas consecuencias”, no pasan de ser solo una linda poesía para los titulares de prensa o para el tiempo que dure una entrevista en el éter. Porque, pese a existir una ley, el marco penal solo contempla hasta dos años de cárcel o multa para los borrachos al volante, quienes luego de “yerar” se burlan de los accidentados, heridos, contusos y hasta muertos que ocasionaron por no saber lidiar con su capacidad de libación. O por creerse superpoderosos y atropellar con todo a su paso porque son los superhombres movidos a etanol con licencia para matar.
Fuente: www.abc.com.py/
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