Volver a la escuela en familia
- Por KAREN SEALL MÜLLER
- 21 feb 2017
- 3 Min. de lectura
Cada año, el primer día de clases tiene sin dudas un sabor especial. Nada se compara al reencuentro con amigos, a descubrir los nuevos profes, a encontrar el aula que nos toca en el nuevo año.

EL MEJOR DÍA
Cada año, el primer día de clases tiene sin dudas un sabor especial. Nada se compara al reencuentro con amigos, a descubrir los nuevos profes, a encontrar el aula que nos toca en el nuevo año. Es la celebración de retomar el partido, con unos centímetros más de estatura, con el cabello más largo o más corto, con las experiencias y vivencias de las vacaciones. Sean niños nuevos, sean maestros con décadas de ejercicio docente, sean madres o padres; la escuela siempre nos brinda la sensación de encontrarnos en el lugar correcto.
Es el espacio de oportunidades y –sea en el aula o en el patio, en clase, en la formación o en el recreo- es el lugar donde más nutrimos o alimentamos esa sed por descubrir, conocer, interactuar y desarrollarnos. Pero este enfoque, este concepto de escuela como espacio de aprendizajes para la vida; debe ser compartido y vivido por la familia.
UN ESLABÓN NECESARIO
En un artículo denominado “Familia y escuela: una alianza necesaria en la gestión escolar”, la colombiana Ruth Milena Páez Martínez, docente investigadora de la Universidad de La Salle de Bogotá en los programas de Maestría en Docencia y el Doctorado en Educación y Sociedad; hace fuerte énfasis en la escuela y el rol que ha venido cumpliendo en la labor educativa, a pesar del fenómeno de la escasa participación de las familias.
Este fenómeno se reproduce a lo largo de la región y -aunque en general las políticas educativas han realizado esfuerzos a favor de la calidad de la educación con buenos resultados- queda por estudiar y replantear la relación entre la escuela, los aprendizajes y el entorno principal del estudiante fuera de ella: la familia.
En un artículo para la Revista Iberoamericana de Educación, la investigadora toma como punto de partida un estudio basado en documentos públicos referidos a la gestión escolar, haciendo mención de la importancia de la alianza con la familia como eslabón esencial en ese proceso, así como los desafíos

que implica.
¿GESTIÓN ESCOLAR SIN FAMILIA?
Un aspecto muy llamativo en la gestión escolar destacado por la investigadora, revela que resultan más complejos los procesos de continuidad, seguimiento y evaluación de una política educativa que el impulso para comenzarlos. De acuerdo a Páez Martínez, es muy probable que los cambios fuertes de administración gubernamental estén determinando esta ruptura en los procesos tanto de gestión como de trabajo pedagógico en los colegios.
Esta situación desfavorece el ánimo de sus actores directos, entre ellos la familia, mientras reduce también las posibilidades de construcción colectiva permanente ya que las políticas vinculadas con la educación muchas veces no logran trascender gobiernos. A menudo observamos también que muchas decisiones y cambios llegan a las familias a través de los gestores de la educación en forma de resolución; muchas veces incluso a través de una circular o aviso. No extraña por tanto, que se vean como vagón de cola en la gestión educativa, y que no se sientan parte del proceso de toma de decisiones.
LA MIRADA DESDE LA ESCUELA
Es frecuente que los docentes, por su lado, busquen la colaboración de la familia para satisfacer sus propias necesidades, no las necesidades en común. Para cambiar esto, el trabajo con las familias debe formar parte del Proyecto Educativo Institucional, buscando una relación más personal e incluyente, con una comunicación bidireccional; centrada no sólo en el desempeño escolar, sino en el fortalecimiento de los diversos aspectos en que debe desarrollarse un estudiante.
Es fundamental comprender que la comunicación se inicia escuchando a los niños, niñas y jóvenes, a sus familias y comunidades, como una de las claves para lograr una educación que responda a necesidades reales a corto, mediano y largo plazo.
CON ANSIAS POR VOLVER
Mientras la familia vive la típica conmoción de los días previos al inicio de clases, las escuelas y colegios hacen un enorme esfuerzo por hermosear y acondicionar pasillos, patios y aulas para recibir nuevos y antiguos grupos de niñas y niños que darán vida y significado a toda la estructura, a los materiales, programas de estudio, maestros y directores. Pero no solo reciben a los chicos, sino también a los padres, madres, abuelas y hermanitos que constituyen el entorno más cercano y significativo de cada estudiante.
Cada año que inicia es para la escuela también una nueva oportunidad de consolidar ese vínculo y transformarlo en un apoyo mutuo en la misión educadora. De esta manera, seguro que un año después no serán sólo los niños y niñas quienes estén ansiosos por volver a ese espacio de interacción, de contención, de comprensión y de apoyo llamado escuela.
Fuente: www.juntosporlaeducacion.org.py/