top of page

Valor de la tierra y conflictividad

  • Foto del escritor: R Itape
    R Itape
  • 22 may 2017
  • 2 Min. de lectura


¿Por qué no hay virtualmente conflictos de propiedades en la región Occidental? ¿Por qué no se ocupan tierras en el Chaco mientras los reclamos se concentran en la región Oriental, en especial en departamentos como Canindeyú, Caaguazú y Alto Paraná? La respuesta puede ensayarse desde el ángulo del valor de la tierra.


Tomemos como ejemplo el episodio más reciente y “de moda” en titulares y noticieros de televisión: Guahory. Allí se concentra la actividad de varias organizaciones que exigen la confiscación de propiedades a los actuales ocupantes y su distribución dentro del marco de la reforma agraria.


Este episodio se parece mucho a uno anterior, el de Curuguaty, en donde un tiroteo que costó la vida a casi dos decenas de personas llegó a tumbar un Gobierno e iniciar un período de inestabilidad política que concluyó hacia 2013. Pero, volvamos a las causas. Guahory está enclavada en el ombligo de la agricultura mecanizada a escala en el departamento de Caaguazú en el límite con Alto Paraná, a pocos kilómetros de una ruta troncal y equidistante de grandes centros urbanos que concentran industrias, servicios y áreas altamente comerciales.


Allí, una hectárea no baja de los US$ 10.000 dólares y dependiendo del grado de desarrollo, puede alcanzar cómodamente los US$ 15.000. Pero no siempre fue así. Cuando en 1957 se fundó lo que hoy se conoce como Ciudad del Este, las tierras virtualmente se regalaban. El Gobierno de entonces, ejercido por Alfredo Stroessner, tuvo que obligar casi a punta de pistola a los grandes capitalistas de entonces a comprar manzanas enteras de la ciudad. Hoy, dependiendo de la ubicación, el metro cuadrado en Ciudad del Este arranca en US$ 100 para llegar fácilmente a los US$ 1.200.


¿Qué provocó semejante valoración? Obviamente, el crecimiento vía “modelo de triangulación”, contrabando y demás actividades que catapultaron a la ciudad como centro de negocios de alto rendimiento. En el campo, en cambio, la valorización provino de la implantación de la agricultura empresarial mecanizada y de la ganadería de genética selecta.


Cabe preguntarse aquí: ¿Qué ocurrió con las primeras colonizaciones? Se pierden en la historia, en las décadas de los años 60, 70 y comienzos de los 80, con enclaves como Repatriación, Tavapy I y II y otras colonias incrustadas en la entonces “mata atlántica” continúan sin accesos, servicios ni apoyo orgánico de ninguna naturaleza.


El avance de la agricultura mecanizada literalmente las engulló y esas tierras se convirtieron en grandes sojales o explotaciones ganaderas a gran escala. Y de no valer prácticamente nada, pasaron a convertirse en las tierras más caras de la región. Es entonces cuando comenzaron a aparecer como hongos después de una lluvia los reclamos y las conflictividades presentadas como subproducto no deseado de la reforma agraria.


En cambio, en el Chaco, en donde una hectárea difícilmente supera los US$ 600 siempre que esté en la proximidad de las colonias menonitas, los conflictos y los reclamos están ausentes. Al menos por ahora. Ya se verá cuando un campo de 1.000 hectáreas cueste US$ 10 millones. Entonces aparecerán las demandas, las ocupaciones, las organizaciones que “velan por una justa distribución de la tierra” y los políticos parásitos que se aprovechen del conflicto. Ni más ni menos.


Fuente: www.5dias.com.py/


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square

© Jotagonqui - 2016

bottom of page