Ganar el poder requiere esfuerzo, no comodidad - Se debe entrar el "chiquero" si hace falt
- Por Edwin Britez
- 31 may 2017
- 3 Min. de lectura

Muchas personas dicen reunir las condiciones para desempeñar un mejor papel que las actuales autoridades con cargos de representación, sobre todo de quienes han caído en descrédito por los escandalosos casos de corrupción o de atropello a la Constitución o de burla a la justicia ordinaria y a la opinión pública. Sin embargo, a la hora de “lanzarse” a la contienda electoral exponen excusas que tienen sus aristas de verdad, pero que resultan insuficientes para justificar la parálisis cívica y el statu quo.
Existen dos situaciones imposibles de juntar hasta el momento. 1. El hartazgo y frustración ciudadanos sobre la integridad de los gobernantes que se traduce en actos de corrupción y 2. La libertad de ocupar los mismos lugares que hoy ocupan los políticos cuestionados con ciudadanos decentes con vocación política.
En consecuencia no se puede entender cómo es que la ciudadanía disgustada no puede organizar su bronca y conducirla hacia actitudes políticas que converjan en propuestas electorales, con personas de mejor perfil y con propuestas creíbles y realizables.
Se dirá que hay decenas de movimientos y partidos pequeños inscriptos para enfrentar al bipartidismo, pero todos sabemos que los mismos no pasan de ser pequeños grupos de amigos en busca de desperdicios de votos para intentar acceder a algunos carguitos.
Muchas de las personas que aspiran a ejercer cargos de representación cuentan efectivamente con las condiciones para hacerlo, pero no se animan finalmente a bajar a la arena política por las siguientes razones:
1. Exigen una garantía de respeto a su honorabilidad
Quieren disfrutar de la notoriedad que otorga la actividad política a los actores, pero no quieren exponerse a las críticas ni exponer a su familia, mucho menos ser objeto de los trabajos sucios de las campañas electorales. Quieren entrar y salir limpios como si no supieran que el trabajo consiste precisamente en limpiar el chiquero desde adentro.
2. Exigen consenso de grupos dispares sobre sus candidaturas
En cualquier parte, menos en la dictadura, la acción política es choque de ideas pero también confrontación de talentos por lo que resulta ineludible la competencia entre los buenos. Esta clase de personas sueñan con que “los militantes” concurran a su casa a ofrecerles solemnemente la candidatura, y esperan sentadas que el milagro se produzca.
3. Aspiran a que otros corran con los gastos
Todos se consideran mejores, con mejores títulos y méritos, que los actuales y que pueden vencer fácilmente en una contienda electoral, pero nadie quiere arriesgar ni un peso del bolsillo. Suponen que “alguien” debe ocuparse de esas cosas mientras ellos se dedican solo a ensayar el discurso. Competir conlleva gasto y todo aquel que funja de líder debe tener la fórmula de cómo financiar su emprendimiento de manera colectiva si no cuenta con la fortuna personal para darse el gusto.
4. Confían que los votos vendrán solo porque se menciona sus nombres
Los novatos en la actividad política necesitan hacerse conocer, conocer a los votantes y deben tener la oportunidad de convencerlos personalmente, o a través de otros medios. Pero según los especialistas no hay mejor forma de ganar que caminando entre la gente en los lugares donde la gente se encuentre.
Pero muchos de los/as que se consideran “líderes naturales” no desean ensuciarse los championes, no abrazarse con gente humilde ni compartir sus alimentos a base de “grasa y masa”, como diría la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez.
Con actitudes personales de esta naturaleza es fácil suponer que los próximos ganadores de las elecciones generales serán los mismos de siempre.
También serán los mismos de siempre quienes intentan acceder a un carguito a través de movimientos alternativos y quedarse satisfechos por el logro de complacer sus apetencias personales.
La ciudadanía, dispersa y sin iniciativas, deberá conformarse una vez más con mirar desde los balcones y cuestionar sin actuar, más que esporádicamente para aliviar el peso de la conciencia, a no ser que deje explotar su rabia y la canalice en una poderosa organización ciudadana de contestación al podrido sistema vigente.
Resumen de la nota anterior
Existe una fuerte corriente ciudadana de frustración con respecto a la praxis política que choca con otra fuerte corriente aún desorganizada de ver la acción política de otra forma. Pero todos miran solamente esos ejemplos de fracaso de experiencias anteriores, como Encuentro Nacional, Patria Querida y Unace, y nadie analiza las experiencias exitosas de adentro y afuera, como las de Carlos Filizzola, Martín Burt, Fernando Lugo, Luis Yd, Trump, Macrom, etc.
Fuente: www.abc.com.py/