Prostituyen las instituciones para seguir robando
- R Itape
- 1 jun 2017
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Si algo quedó demostrado en las Cámaras del Congreso en estos últimos meses, es que a los senadores y diputados les importa un bledo promover un país en el que se vayan afianzando las leyes y las instituciones. Desde la Constitución hasta sus propios reglamentos pueden ser manoseados cuando se les antoja. En este momento, resulta que el conflicto de los colorados se desplaza hacia el control del Consejo de la Magistratura, debido a que es aquí donde debe comenzar el proceso de selección del futuro fiscal general del Estado, funcionario de crucial importancia para Horacio Cartes y su equipo gubernamental, ya que de él dependerá fundamentalmente que en el futuro no sean cuestionados por actos y hechos de su administración. En nuestro país, la impunidad es un elemento esencial para la vida de todo político que tiene o tuvo alguna responsabilidad administrativa, simplemente porque todos, o casi todos, tienen algo muy feo que esconderle a la Justicia. La inmoralidad de nuestros gobernantes en general es demasiado evidente como para que requiera mayores demostraciones. Ella es resultado de la manera torcida y viciosa como hasta ahora se practica la política en nuestro país.
Si algo quedó demostrado en las Cámaras del Congreso en estos últimos meses, es que a los senadores y diputados les importa un bledo promover un país en el que se vayan afianzando las leyes y las instituciones para merecer la confianza ciudadana de la que ahora carecen. Desde la Constitución hasta sus propios reglamentos pueden ser manoseados cuando se les antoja; solo se requiere que convenga a los intereses del grupo político que obtenga la mayor fuerza en el momento.
Hay ejemplos a montones; casos que se fueron sumando, acumulando episodios vergonzosos, al menos para quienes entienden que las normas jurídicas fueron establecidas para merecer respeto, entre los cuales seguramente el caso “enmienda” fue el más publicitado y prolongado.
Paralelamente al largo e inútil debate sobre ese asunto, se iban conformando los movimientos internos del Partido Colorado, con los consabidos ajetreos de los legisladores que pasan de uno a otro bando de acuerdo a las “ofertas” y los “premios” que van recibiendo. Lo cierto es que el “caso enmienda”, seguido ahora por los tironeos internos que sacuden a la ANR, paralizaron la acción de los legisladores y convirtieron así al Congreso en una institución parapléjica.
En este momento, resulta que el conflicto de los colorados se desplaza hacia el control del Consejo de la Magistratura, debido a que es aquí donde debe comenzar el proceso de selección del futuro fiscal general del Estado, funcionario de crucial importancia para Horacio Cartes y su equipo gubernamental, ya que de él dependerá fundamentalmente que en el futuro no sean cuestionados por actos y hechos de su administración.
En nuestro país, la impunidad es un elemento esencial para la vida de todo político que tiene o tuvo alguna responsabilidad administrativa, simplemente porque todos, o casi todos, tienen algo muy feo que esconderle a la Justicia. Coimas, licitaciones y concursos amañados, colusión, planillerismo, tráfico de influencias, dobles o triples remuneraciones, defraudaciones, malversaciones, enriquecimiento ilícito y la larga lista de hechos ilegales que se pueda imaginar y que los llevaría a la cárcel en cualquier país donde las leyes y las instituciones funcionan.
En el Paraguay, ningún político ladrón sufre las consecuencias de sus actos. ¿Por qué? Porque mientras mandan –como en este caso– se aseguran de montar un sistema de compincherismo que se basa en la práctica de instalar a amigos y favorecidos en los puestos claves del Ministerio Público, la Contraloría General, los juzgados y tribunales, el Consejo de la Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, la Policía Nacional y en cuanto organismo exista que pueda “molestar” a estos que se creen intocables.
En esta inmensa red de cómplices y encubridores que los políticos van tejiendo, se producen fuertes colisiones a medida que unos van migrando, cambiando de movimiento o de líderes. Es así como, por ejemplo, en este momento surge otro conflicto en el seno de la Cámara de Diputados, completamente ajeno a sus deberes y atribuciones, o a los intereses de la ciudadanía. En efecto, de la presidencia de ese cuerpo legislativo desean desalojar al actualmente excartista Hugo Velázquez, en castigo por pasarse al bando de los disidentes. Para el grupo oficialista “Honor Colorado”, que había instalado a Velázquez, este ya no es persona de confianza y hay que sacarlo del camino. Para lograrlo, según el propio Velázquez, el presidente Horacio Cartes ofreció a los liberales salvar de la intervención, a través de sus partidarios en el Congreso, a un intendente de ese partido, Armando Gómez, de Lambaré, imputado por supuesta lesión de confianza. Como una práctica ya común en nuestro vapuleado Congreso, los cartistas, a pesar de estar en el recinto parlamentario, decidieron dejar sin quorum la sesión de ayer miércoles, evidentemente al no conseguir los votos necesarios para destituir al titular de la
Cámara de Diputados.
Para estos indignos legisladores resultó más importante una cuestión partidaria que temas de gran interés nacional que figuraban en el orden del día, entre ellos el referente al crucial desbloqueo de las “listas sábana” a que aspira la ciudadanía. Con este lamentable episodio, no puede resultar más claro que para los políticos que tenemos lo más trascendente es el poder, conseguido como sea, para seguir llenándose los bolsillos y ubicando a su parentela y a sus operadores en las instituciones públicas. Y para seguir con el carnaval, es importante asegurarse la mayoría de votos en el Consejo de la Magistratura y, consecuentemente, la “correcta” conformación de la terna para designar al futuro titular del Ministerio Público, a fin de que la maquinaria de impunidad mencionada continúe sin alteraciones.
La inmoralidad de nuestros gobernantes en general es demasiado evidente como para que requiera mayores demostraciones. Ella es resultado de la manera torcida y viciosa como hasta ahora se practica la política en nuestro país, con las manos metidas en los bolsillos y la mirada miope puesta sobre las sinvergüencerías del interés sectario coyuntural.
La mayoría de los políticos que nos gobiernan, sea el que sea dentro del aparato estatal, ya demostraron demasiadas veces ser ineptos para encarar profesional, honesta y patrióticamente la conducción del rumbo de nuestro país.
Es muy triste la imagen proyectada por un Poder Legislativo convertido en secretarías partidarias, por un Poder Ejecutivo obsesionado con la permanencia en el mando, y por un Poder Judicial títere que otorga impunidad a las fechorías de los integrantes de los dos primeros.
Las organizaciones sociales, las entidades políticas juveniles y los ciudadanos y ciudadanas en forma particular, deben plantearse hasta cuándo el pueblo paraguayo va a seguir soportando a tantos bandidos instalados en los poderes del Estado. Hay que repudiarlos públicamente donde se los encuentre. Y, sobre todo, deben insistir públicamente sus reclamos con firmeza para que se desbloqueen las “listas sábana”, en las cuales estos inescrupulosos se agavillan para acceder a los cargos electivos y desde allí robar todo lo que pueden mientras conspiran contra los anhelos de la población.
Fuente: www.abc.com.py/