Ni circo ni lupanar
- R Itape
- 13 jun 2017
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En mayo de 2016 el entonces titular del Senado, Mario Abdo Benítez, no tuvo reparos en comparar a ese cuerpo legislativo con un prostíbulo, tras una decisión adoptada. Una representante de la asociación, que agrupa a las trabajadoras sexuales, le respondió: “En los prostíbulos no es que uno se sienta y gana nomás plata. En los prostíbulos sí se trabaja. En el Congreso se prostituyen, venden sus ideales”. Ahora parece que al menos una diputada, Perla Acosta de Vázquez, vende algo más, lo que podría convertirla en miembro de la asociación antes mencionada, mal que le pese a su vocera: “Nde puta cheichagua” (vos, puta como yo), gritó en la última sesión de la Cámara que integra dirigiéndose a la diputada Cynthia Tarragó. Se diría que a confesión de parte, relevo de pruebas, pero aquí no interesa dilucidar si la legisladora incurrió en un exabrupto procaz o si, efectivamente, ejerce el oficio más antiguo del mundo. Lo que sí importa es destacar la tremenda degradación de un Congreso que no merece en absoluto el apelativo de “Honorable”, porque se asemeja más bien a una cloaca infecta. El Congreso no debe ser ni un lupanar ni un circo.
En mayo de 2016 el entonces presidente del Senado, Mario Abdo Benítez, no tuvo reparos en comparar a ese cuerpo legislativo con un prostíbulo, por haber aprobado la ampliación por un plazo de treinta años de la concesión de la Ruta 7. El comentario de Buenaventura Cabañas, representante de la Asociación de Trabajadoras Sexuales del Paraguay (ATSP), no se hizo esperar: “En los prostíbulos no es que uno se sienta y gana nomás plata. En los prostíbulos sí se trabaja. En el Congreso se prostituyen, venden sus ideales”. La trabajadora tuvo toda la razón al decir que allí se trafica, según testimonios de los propios involucrados. Se equivocó, sin embargo, al afirmar que el objeto de la compraventa sean los ideales, ya que es imposible enajenar lo que no se tiene: allí solo se venden votos.
Ahora parece, sin embargo, que al menos una diputada, Perla Acosta de Vázquez (ANR), vende algo más, lo que podría convertirla en un miembro de la asociación antes mencionada, mal que le pese a su vocera. “Nde puta cheichagua” (vos, puta como yo), gritó en la última sesión de la Cámara Baja, dirigiéndose a la diputada Cynthia Tarragó (ANR).
Se diría que a confesión de parte, relevo de pruebas, pero aquí no interesa dilucidar si la legisladora incurrió en un exabrupto procaz o si, efectivamente, ejerce el oficio más antiguo del mundo. Lo que sí importa es destacar la tremenda degradación de un Congreso que no merece en absoluto el apelativo protocolar de “Honorable”, porque se asemeja más bien a una cloaca infecta.
El hecho de que la diputada de marras integre nada menos que la Comisión de Presupuesto es un insulto a la inteligencia, a la moral, al país y, en particular, a quienes hoy sufren tantas penurias, como los enfermos que no son atendidos por falta de insumo, los niños que deben dar clases a la intemperie, los labriegos que no pueden utilizar los caminos, los jóvenes que limpian parabrisas en las esquinas y las víctimas de las inundaciones que castigan a los departamentos de Ñeembucú y Misiones, y que, por tanto necesitan de legisladores con lucidez para que sus problemas sean resueltos. Que a la impresentable parlamentaria le dejen dictaminar sobre la distribución del dinero público revela que no es mucho mayor la solvencia moral e intelectual de sus colegas que le encargaron tan relevante función.
Las trapisondas, la corrupción, la mala educación y la insensibilidad hacia sus supuestos representados, los hombres y mujeres que los votaron sin conocerlos gracias a las “listas sábana”, han llevado a los senadores y a los diputados hacia su más baja consideración ciudadana. Este grave deterioro de su imagen se ha venido profundizando en nuestro país y también se siente en otros de nuestra región. Hoy el legislador es objeto de escarnio, tanto que en Brasil, en 2010, se postuló el payaso analfabeto “Tiririca”, sin saber qué hace un diputado federal: “Vótenme y después les cuento”, dijo, y terminó siendo el más votado. En 2013 un grupo de jóvenes ecuatorianos no pudo inscribir como candidato a la Asamblea Nacional a “Don Burro”, ataviado con una corbata: el animal obtuvo, sin embargo, diez mil votos en las redes sociales. Es de recordar también que el año pasado la prostituta Ángela Villón pugnó por un escaño en el Congreso peruano bajo el lema “Una puta decente que hará del Congreso un burdel respetable”.
Que el deplorable desprestigio del legislador tenga hoy un alcance casi continental no debe servirnos en modo alguno de consuelo a los paraguayos, sino llenarnos de vergüenza ante situaciones que lo confirman como la protagonizada por la diputada Perla de Vázquez. Esta, que goza de la predilecta amistad del presidente Horacio Cartes, con quien suele aparecer en actos y fotos, ya era conocida no tanto por su función legislativa, sino más bien por su desfachatez y prepotencia, al punto de que una vez apareció en los medios de prensa por presionar para el traslado de un funcionario de la ANDE, quien finalmente fue salvado por la reacción popular contra la legisladora. Su esposo, el exdiputado Juan José Vázquez, funge hoy de asesor en la Entidad Binacional Yacyretá, con alto salario, y su hija, la médica “Perlita” Paredes, ganó tanto desprestigio como planillera que se vio obligada a devolver parte del salario que cobró indebidamente.
La grotesca intervención menos risible que lamentable de esta diputada electa por el departamento de San Pedro sirve para plantearse la pregunta de si personajes de esta calaña representan, en verdad, la idiosincrasia y el nivel cultural alcanzado por el pueblo paraguayo. De lo que podemos estar seguros es de que forma parte de los impresentables que directamente por dinero contante y sonante los capitostes de los partidos imponen a los electores mediante las “listas sábana”, como productos enlatados que los ciudadanos deben aceptar sin poder cambiarlos.
¿Hasta cuándo las curules del Congreso van a continuar soportando a esta clase de personajes que frenan el desarrollo del Paraguay en todos los sentidos? Esa es la pregunta que deben formularse con fuerza los ciudadanos y las ciudadanas. Estos sinvergüenzas deben ser expulsados en 2018 mediante el libre voto ciudadano, porque no sirven más que para enriquecerse a costa de los contribuyentes, sin prestar ningún beneficio al país. El Congreso no debe ser ni un lupanar ni un circo.
Fuente: www.abc.com.py/