El costo real de la pobreza
- R Itape
- 20 jun 2017
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“La pobreza es la aflicción más cruel de la humanidad. Si usted es extremadamente pobre, ni siquiera puede evitar las enfermedades fácilmente curables que causan una de cada seis muertes humanas. Sus pulmones probablemente estén llenos de contaminación ambiental en el interior de su casa porque, al igual que otros 2.700 millones de personas, usted cocina y se mantiene cálido con combustibles como el estiércol y la madera -con el mismo efecto que tiene fumar dos paquetes de cigarrillos por día-. Una dieta inadecuada hace que sus hijos crezcan con un mal desarrollo físico y que su desarrollo cognitivo también se vea afectado, lo que se traduce en una pérdida de entre 4 y 8 puntos de cociente intelectual en promedio.
Esta privación lleva a un estrés y a una desesperación profundos, que tornan difícil hacer algo para mejorar su vida”. Este párrafo pertenece a un informe sobre la pobreza emitido este año por el Foro Económico Mundial que despliega con inusual crudeza las verdaderas consecuencias de la pobreza y su impacto sobre la vida de las personas afectadas.
Ya no se trata sólo de describir las cosas de las que pueden o no disponer las casi 700 millones de personas con un ingreso diario de 1,90 dólares, según estableció el Banco Mundial. Se refiere a algo más básico: el desarrollo psicofísico, la calidad de vida y las oportunidades que puedan tener aquellas personas inscritas en la franja de pobreza y pobreza extrema. Una alimentación escasa en proteínas, hidratos de carbono y minerales afecta directamente al desarrollo cerebral del niño durante el primer año de vida y el “cableado” neuronal se completa a los cinco años.
Si durante ese periodo el niño no recibe la nutrición apropiada, sucede lo que el informe del WEF expresa: una pérdida de entre 4 y 8 puntos de cociente intelectual. Si a eso le sumamos el desarrollo deficiente de todo el cuerpo, el niño llega totalmente desprotegido a la escuela y con nivel de aprovechamiento deficiente a la educación media. En suma: ese joven tendrá menos oportunidades de triunfar en la vida que otros jóvenes que sí han recibido una nutrición completa.
Esta es la cruda realidad. Si el cerebro no se desarrolla de forma apropiada durante los primeros cinco años de vida del niño, todo lo que se haga después es casi por completo inútil. Es por eso que la gran batalla debe darse en el campo de la asistencia perinatal, es decir, desde el vientre de la madre a partir de las primeras semanas de gestación hasta los cinco años y más. La crueldad de toda esta realidad es que es precisamente en esa etapa en la que se dan las más grandes carencias a las cuales deben agregarse otras como el hacinamiento de familias enteras en una sola habitación, de condiciones ambientales cercanas al desastre humanitario (como la vida en permanente contacto con la basura, el agua servida y los medios contaminados) y de ausencia de oportunidades de un empleo digno que obliga a miles a buscar la subsistencia en la calle.
Este es el verdadero costo de la pobreza: generaciones enteras condenadas a la postración y a más pobreza. A los políticos, en tiempo electoral sobre todo, no les gusta hablar sobre este tema, salvo para achacar culpas al adversario. Y de eso, francamente, ya estamos hartos.
Fuente: www.5dias.com.py/