Vivir de privilegios y con plus, a costa del pueblo
- Por Susana Oviedo, Columnista
- 27 jul 2017
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En un intento por aclarar algo que a todas luces es evidente que se trata de un abuso de los bienes públicos, de una dilapidación y de una absoluta falta de respeto a los conciudadanos, ayer la diputada liberal Ramonita Mendoza terminó por oscurecer aún más un hecho que habla muy mal de ella y de la propia Cámara a la que pertenece. Mediante un pedido de disculpas y la forzada frase de "fue un error involuntario", dio por explicada la situación que en un país con un mejor nivel educativo y, sobre todo, con valores morales, hubiera desatado un gran revuelo, por lo escandalosa que es.
La parlamentaria intentó justificar vanamente el hecho de que una camioneta de la Cámara Baja, que desde hace siete años utiliza, haya terminado en manos de un candidato a concejal, asesinado recientemente mientras iba al mando del vehículo que llevaba como distintivo un ancho adhesivo promocional que resalta: "Ramonita 2018".
Es decir, el rodado estaba siendo utilizado en la campaña proselitista a favor de la diputada que aspira su reelección y, en el momento del atentado, se hallaba bajo la conducción de un también aspirante a cargo electivo, como concejal departamental de Concepción. Más claro, agua.
La diputada admitió que tiene tres vehículos particulares. Y qué descaro. Aún así, utilizaba desde hace siete años la camioneta que es propiedad del Estado. Según ella, para realizar acciones de caridad, como trasladar a enfermos a los centros asistenciales. Actividad típica en épocas electorales, por cierto. ¿Le compete realizar esta tarea?
En lo que debería aportar desde su función legislativa es en lograr que los servicios de transporte y salud sean de calidad y estén garantizados para todos los habitantes.
La Cámara de Diputados dispone de 37 medios de transporte de distintos portes. Supuestamente, disponibles para las actividades propias de la función legislativa. Además, cada legislador recibe más de 5 millones de guaraníes mensuales para pagar su combustible. Ni hablemos de la ristra de otros diversos beneficios que los convierten en una casta de privilegiados, demasiados alejados de la dura realidad que le toca vivir a la mayoría de los compatriotas.
Es altamente reprochable que la propia Cámara de Diputados propicie un manejo tan desprolijo del patrimonio público, cuyo sostenimiento recae en los hombros de todos los ciudadanos de este país. Con este mecanismo de derroche y corrupción, que damos por hecho que también se da en el Senado, se siguen enriquecimiento unos pocos, a costa de muchos.
Haría bien al Paraguay que los parlamentarios abandonen sus zonas de confort, viajen en ómnibus y se paguen sus gastos.
Fuente: www.ultimahora.com/